El olvido es otra parte del recuerdo; es el mismo proceso invertido, como si tomaras esa foto que está junto a tu almohada y la convirtieras en un negativo. No, no, tampoco hay necesidad de enrollarlo y meterlo en una cajita negra, porque los negativos ya no son momentos. Te digo que ya te estoy olvidando, aunque nunca me haces caso.
Todo comienza en el fondo del alma, que es como un cuarto oscuro y húmedo, con esa tenue luz rojiza que nos hace pensar en la muerte. Me miras como si lo dijera en un tono meloso. En el alma no están los sentimientos; es más bien un edificio abandonado donde se marcan las cicatrices que te haces cuando me dices que volverás mañana temprano; están en forma de grafitti. Quiero que lo veas como yo lo veo. Imagina por un momento que no te da pereza pasar por lugares intransitados y te topas con esa construcción que se cae en pedazos. Imagina después que la miras con mis ojos: ahora te parece algo hermoso. Te dan unas ganas terribles de explorarlo un poco. Tal vez te dan ganas de llorar quedito, como aquella vez que te quedaste sin calefacción en mitad de la noche. Cuando pasas te encuentras con toda esa destrucción que dejaron los
junkies y las putas; las jeringas, la basura, los trozos de látex, los desechos, las botellas estrelladas. Sí, yo también tengo esos arañasos, de las formas más diversas.
Ahí, al final del pasillo está ese lugar donde guardamos lo que, según nosotros, fue digno de haberse vivido. Deja de hacerme cosquillas, que viene lo más importante. Te paras en el umbral de la puerta hasta acostumbrarte a la poca luz, te sumerges en ese tibio refugio de negativos, tomas una foto, lo que sea, lo que quieras olvidar. Como el día en que caminamos por la orilla de la playa, o aquella vez en el restaurante italiano, cuando hiciste muchos gestos durante la cena. Yo escogí una foto tuya que no dice demasiado, porque tus ojos se ven muy tristes.
Me detengo y te explico un poco. Es fundamental la elección en este proceso. No podemos olvidar tan a la ligera; no debemos olvidar lo que no nos conviene. Si borro ese martes, si borro las nubes, si borro a la gente, tú en verdad nunca me besaste. Si me olvido del mareo y del frío, todavía me amas. Si cierro los ojos sé que estás acostado a mi lado; si los abro, me perteneces sólo un instante, sólo cuando parece correcto.
Entonces me dueles así, con la mirada llena de melancolía. Aquí viene lo más importante. Te voy desdibujando poco a poco. Te voy recorriendo con los labios, para no olvidar ningún detalle. Tu silueta, tu olor, tu temperatura, cada ángulo, cada medida.... te he recorrido tantas veces. Tengo tu imagen; antes de tomar esa fotografía sentía que no podía alcanzarte. Siempre caminabas muy rápido. Siempre sentí que me dejabas atrás. Y cuando nos sentamos en esa banca, te dije que te tomaría una foto. En esos momentos, y sólo a través de la lente, podía capturar tu verdadera esencia. Parecía que querías decirme algo. Da igual, nunca supe qué pensabas.
Si te sigues moviendo, no terminaré mi relato. Recuerda que esto es algo muy delicado. Cuando termine de decirlo voy a desaparecer de tu lado, y ya no tendrás con quién esconderte debajo de las sábanas. Te hablaba de cómo yo quiero olvidarte. Tengo tu imagen, tengo tu sensación en los labios. Aquí es cuando la impresión se convierte en un negativo. Empiezo a alterar mis recuerdos, ya no sé de qué color son tus ojos, mi mente se nubla si intento definir tu sonrisa, ya no siento tus manos sobre mi cuerpo. Sí, eso es como tener un negativo. Puedes verlo a contraluz y sabes que las caras son distintas. Somos otros bajo la tenue luz de la indiferencia.
Aprieto los ojos y todo comienza a desvanecerse. La cama blanca, el cuarto azul, el día nublado, el cementerio, los viajes en auto, las frases que te dije al oído, el hotel en medio de la nada, el viento frío, mi risa incontrolable, la manera en que me mirabas, la vez aquella en que jamás solté tu mano. Las puertas del tren que se cerraron. Me mirabas fijamente con una sonrisa. Nos veríamos pronto. Tu mirada siempre fue.... siempre fue..... creo que ya no lo recuerdo. Y tampoco te despertaría para hacértelo saber.