Poéticas de un instante

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Location: Guadalajara, Jalisco, Mexico

Friday, October 26, 2007

Lo que haces, lo que desconozco (borrador)

lo que haces, lo que desconozco
Tomaste los últimos instantes de tu vida para maldecirme, Daguerre, porque así es como debía terminar todo: con tu silencio, con mis sollozos entre sábanas manchadas. Daguerre, debiste despertarme a mitad de la noche, decirme que ya no querías, que habías dejado de intentarlo. Poco a poco comenzaste a sumergirte en una noche llena de olvido, en la oscuridad de sus pupilas, en el vacío de nuestro abrazo. Y yo no supe qué hacer con este cuerpo que me pesa.
Hay muchas formas de matar, Daguerre, y tú lo sabes. Siempre elegiste el camino equivocado, las palabras incompletas, las miradas esquivas, el olor de mi sexo, una taza de café por la mañana. Daguerre, te has equivocado todo el tiempo, no debiste morir de esa manera, no debiste abandonarme en medio de la noche, con el vientre vacío, con la cara manchada. Your tears burned my skin each time you tried to make me swallow them, and I could, Daguerre, I could drink from the very origin of your sorrow. I could brake you in many different ways.
there are many ways to kill me Daguerre, but you kept on chosing the wrong one.
siempre fui una persona incompleta. Pensé que podría seguirte, Daguerre, que un día sería como tú; pensé tantas cosas antes de tu muerte. Y después quise morir, cortarme en pedacitos, manchar con sangre tu cara, decirte que así lo habías querido. Daguerre, dónde estás ahora, cómo me deshago de tu cuerpo, cómo se quita la sangre,Daguerre, todo alrededor mío es sangre. Sangre en mis venas, en mis manos, en tu cara, en las sábanas que mancillamos de tantas formas. quisiera que pudieras probarla, saciar tu sed ahí, mezclara con tu semen, hacernos uno, devorar tu esencia. Pero tú elegiste la muerte, el olvido, sus pupilas, tu recuerdo.

Sunday, August 12, 2007

Deauville -Part III -

Te sigo escribiendo para darle sentido a la única ocasión en la que fuimos reales. Cada paso que daba por el muelle fijaba en mí la impresión de estar haciendo lo correcto. Mirar las duelas de madera me parecía suficiente - en esas circunstancias, bajo esa lluvia -para fijar en mi memoria un momento dulce, en donde no cabía la vergüenza. Sabía que si seguía esos pasos hasta llegar a la arena, serías como yo, podrías quererme.
Nos quitamos los zapatos para crear el suelo que nos sostenía. Hablaste de los milagros de la naturaleza, milagros punzantes, milagros que dejaban en nosotros pequeñas heridas. Nada comparado con el prodigio que implicaba abrir los ojos por la mañana. En la medida en que tus pies sentían, te volvías un poco más humano.
Ese pequeño calvario de conchas incrustadas se iba extendiendo infinitamente en el horizonte, una pequeña jugarreta del destino, otra manera de negarme. Al final estabas tú, seguro nuevamente, lejos de las miradas de extraños.
Mis pies comenzaban a sangrar.

l'instant aprés

Esperé por largo tiempo a que la foto se secara, pero mis lágrimas caían unas sobre otras, todas en el mismo lugar. Han borrado tu rostro por completo.

Tuesday, December 12, 2006

Corolario a una pregunta absurda

Yo también, a veces, quisiera detenerme.

Thursday, November 23, 2006

Deauville -Part II-


Cuando subimos al auto, el cielo estaba despejado.

***
-Es una lástima que hayas olvidado la cámara; el lugar al que vamos es muy bonito.
-No sabes cómo me arrepiento...
-Mira muy bien todos los lugares en donde estemos, que no vamos a volver otro día.
-Pero si a mí eso no me importa, sólo quería tener unas cuantas fotografías para recordar algunas cosas.
-De todos modos, no tomas tantas.
***

Printed and Gone

El olvido es otra parte del recuerdo; es el mismo proceso invertido, como si tomaras esa foto que está junto a tu almohada y la convirtieras en un negativo. No, no, tampoco hay necesidad de enrollarlo y meterlo en una cajita negra, porque los negativos ya no son momentos. Te digo que ya te estoy olvidando, aunque nunca me haces caso.
Todo comienza en el fondo del alma, que es como un cuarto oscuro y húmedo, con esa tenue luz rojiza que nos hace pensar en la muerte. Me miras como si lo dijera en un tono meloso. En el alma no están los sentimientos; es más bien un edificio abandonado donde se marcan las cicatrices que te haces cuando me dices que volverás mañana temprano; están en forma de grafitti. Quiero que lo veas como yo lo veo. Imagina por un momento que no te da pereza pasar por lugares intransitados y te topas con esa construcción que se cae en pedazos. Imagina después que la miras con mis ojos: ahora te parece algo hermoso. Te dan unas ganas terribles de explorarlo un poco. Tal vez te dan ganas de llorar quedito, como aquella vez que te quedaste sin calefacción en mitad de la noche. Cuando pasas te encuentras con toda esa destrucción que dejaron los junkies y las putas; las jeringas, la basura, los trozos de látex, los desechos, las botellas estrelladas. Sí, yo también tengo esos arañasos, de las formas más diversas.
Ahí, al final del pasillo está ese lugar donde guardamos lo que, según nosotros, fue digno de haberse vivido. Deja de hacerme cosquillas, que viene lo más importante. Te paras en el umbral de la puerta hasta acostumbrarte a la poca luz, te sumerges en ese tibio refugio de negativos, tomas una foto, lo que sea, lo que quieras olvidar. Como el día en que caminamos por la orilla de la playa, o aquella vez en el restaurante italiano, cuando hiciste muchos gestos durante la cena. Yo escogí una foto tuya que no dice demasiado, porque tus ojos se ven muy tristes.
Me detengo y te explico un poco. Es fundamental la elección en este proceso. No podemos olvidar tan a la ligera; no debemos olvidar lo que no nos conviene. Si borro ese martes, si borro las nubes, si borro a la gente, tú en verdad nunca me besaste. Si me olvido del mareo y del frío, todavía me amas. Si cierro los ojos sé que estás acostado a mi lado; si los abro, me perteneces sólo un instante, sólo cuando parece correcto.
Entonces me dueles así, con la mirada llena de melancolía. Aquí viene lo más importante. Te voy desdibujando poco a poco. Te voy recorriendo con los labios, para no olvidar ningún detalle. Tu silueta, tu olor, tu temperatura, cada ángulo, cada medida.... te he recorrido tantas veces. Tengo tu imagen; antes de tomar esa fotografía sentía que no podía alcanzarte. Siempre caminabas muy rápido. Siempre sentí que me dejabas atrás. Y cuando nos sentamos en esa banca, te dije que te tomaría una foto. En esos momentos, y sólo a través de la lente, podía capturar tu verdadera esencia. Parecía que querías decirme algo. Da igual, nunca supe qué pensabas.
Si te sigues moviendo, no terminaré mi relato. Recuerda que esto es algo muy delicado. Cuando termine de decirlo voy a desaparecer de tu lado, y ya no tendrás con quién esconderte debajo de las sábanas. Te hablaba de cómo yo quiero olvidarte. Tengo tu imagen, tengo tu sensación en los labios. Aquí es cuando la impresión se convierte en un negativo. Empiezo a alterar mis recuerdos, ya no sé de qué color son tus ojos, mi mente se nubla si intento definir tu sonrisa, ya no siento tus manos sobre mi cuerpo. Sí, eso es como tener un negativo. Puedes verlo a contraluz y sabes que las caras son distintas. Somos otros bajo la tenue luz de la indiferencia.
Aprieto los ojos y todo comienza a desvanecerse. La cama blanca, el cuarto azul, el día nublado, el cementerio, los viajes en auto, las frases que te dije al oído, el hotel en medio de la nada, el viento frío, mi risa incontrolable, la manera en que me mirabas, la vez aquella en que jamás solté tu mano. Las puertas del tren que se cerraron. Me mirabas fijamente con una sonrisa. Nos veríamos pronto. Tu mirada siempre fue.... siempre fue..... creo que ya no lo recuerdo. Y tampoco te despertaría para hacértelo saber.



Tuesday, November 21, 2006

Y, a final de cuentas, ¿qué son las prioridades?

Capuccino vainilla francesa -22 pesos

"¿cuál será la región más profunda del alma?"
-creo que las personas que toman la taza con las dos manos suelen ser muy solitarias.
-¿la taza de café como un refugio?
" me duelen los ojos. quisiera llorar"
- me duelen los ojos. creo que me estoy enfermando.
- y yo llevo dos meses enfermándome. ¿Crees que el café es un reflejo del alma?
-digo que usualmente significa más de lo que parece. Una persona que toma café americano trae poco dinero en los bolsillos. Una que pide bebidas grandes se siente miserable; de hecho, necesita que alguien la escuche desesperadamente. Los que toman espresso no tienen alma.
"estoy cansada de pensar en lo mismo todos los días"
-...y bien lindo, ¿quieres ver lo que me escribió?
"el otro día lei un texto que hablaba de las mariposas negras y arrancarse la carne de las uñas. Si estuviera enamorada creo que vomitaría un poco."
-qué bien...qué bien... si es un amor....
"estoy cansada."
-estoy cansada.
-siempre estás cansada

Thursday, November 16, 2006

Untitled I

Dijiste que no sabía lo que es estar con la cabeza baja, inmortalizada un momento antes de sentir una especie de asco profundo, de ese que se siente pesado y habita permanentemente en un tejido roto, condenado a regenerarse cada noche para ser devorado por las aves. Los hombros caídos, la espalda encorvada, las piernas flojas, la vista nublada. Justo un segundo antes de dejar la propia esencia en un cuarto blanco, demasiado blanco, blanco reluciente, blanco frío, blanco inquisidor, repugnantemente familiar.

Sí, yo también me he mirado con desprecio; yo también he querido vomitar las vísceras. Sé que sólo se necesita cerrar los ojos muy fuerte y desear haber despertado partida en pedazos; una afilada navaja deslizándose suavemente, describiendo figuras sutiles hasta correr la tinta tibia, tibia. ¿Nunca te has imaginado, acaso, destazándome con una venda negra en los ojos?

Me dices que nos estamos matando de maneras diferentes. Te pido que dejes de tomar pastillas. Somos dos ciegos cogidos de la mano. ¿Cuál es la diferencia entre nosotros dos, cuando tiras ese frasco de comprimidos? ¿Quién de los dos es más fuerte cuando la noche nos encuentra estremeciéndonos con las manos vacías? No me digas que ya lo hemos vivido, cuando sabes que esos no éramos nosotros. Tampoco es la primera vez que nuestros pensamientos se encuentran mezclados en secreciones. Sí, nosotros nos estamos arrancando la carne de las uñas y reímos histéricamente, soltando espuma por la boca. No es la primera noche que deseamos destruirnos mutuamente.

Y yo también sé qué hay dentro de las tripas. Son mariposas negras. Dan vueltas y nos hacen sentir enamorados, cuando sabemos que nos estamos deshaciendo. Siempre he querido escupir mariposas negras frente a tus ojos, para demostrarte que la bilis no es otra cosa, son esos animales del infierno que volaban también en nuestras cabezas.

No me digas que no lo hemos vivido, si siento que te escurres en cada hilo de baba que escapa de mi boca; te estoy viendo con las pastillas en la mano…”No, si después de todo no son tan malas… no, si me hacen ser más fuerte”. Sé que tú también te das asco en este momento, reclinado con la cabeza baja, sosteniendo la tapa del retrete, esperando -al fin -el vuelo de las mariposas.

Friday, November 10, 2006

Deauville -Part I-



"Lo que nos esperaba más allá, en el tiempo futuro, hacía que ese paseo a la orilla del mar tuviera un sentido especial. Para recordarlo hubiera sido preciso que nos hubiéramos tomado de la mano. Esto le hubiera dado a nuestra experiencia la concreción que tienen las cosas cuando acontecen tal y como deben acontecer en la imaginación popular, en la imaginación de aquellas gentes ociosas que caminaban despreocupadamente por el muelle y que sin quererlo, a veces, alcanzaban a vislumbrarnos mientras íbamos por la arena sintiendo a nuestro lado romperse las olas. Para ser verdaderos es preciso que seamos tal y como nos imaginan los desconocidos. Sin embargo nosotros caminábamos apartados el uno del otro. Tú ibas delante de mí; por eso pudiste correr sin que yo lograra detenerte."
Salvador Elizondo
-Farabeuf

"I've sung that song before"

Me encuentro al centro de un daguerrotipo a color. Reconozco la mirada, sí; cedo ante la idea de que estaba sonriendo –dolorosa aceptación de la brevedad del momento- frente a un hombre gordo que sostenía aquél aparato entre sus torpes manos, mientras decía a su hijo que nosotras –nosotras- también veníamos de aquella tierra caliente.

No sé qué estaba pensando al momento en que el hombre presionó el obturador. Mi mirada permanece al frente con una seguridad irrefutable. Recuerdo algunas palabras y risas embriagantes. Las promesas escapaban de nuestros labios en un caudal de aseveraciones naturalmente dadas. Nos encontrábamos en el centro mismo del universo, suspendidas frente a la creación del único paraíso capaz de acoger al poeta. Aunque pocos lo notaron.

Después de mirar un poco más de cerca, veo que estábamos rodeadas de personas. Pequeña torre de Babel de ideales posmodernistas. Ahí, en el corazón mismo de la nostalgia luminosa, no importaba mucho por quién estuviéramos rodeados. Cada núcleo es un universo mismo de textos que jamás comprenderemos. Todos los discursos del hombre confluían en corrientes de conocimiento que pasaban precipitadamente frente a nuestros ojos, sin que nos detuviéramos a leer los signos que figuraban tan presentes. Todos, cada uno de los victoriosos espectadores del ocaso, estábamos creando la arquitectura que nos sostenía con nuestro simple pensamiento. De otro modo, no existiríamos.

La verticalidad de una torre iluminada rompe el horizonte de las ideas preconcebidas. Se eleva desafiante, vanidosa, ante cientos de miradas embelesadas. Sabe que su belleza es en sí suficiente para provocar a los cielos y rasgar despiadadamente la cortina de nubes que nos separa de lo divino. Esa figura femenina de ángulos seductores ha elegido este lugar por capricho, para hacerle el amor con el pensamiento al Sena. La prueba máxima de su soberbia está en que nunca podremos sacarla de nuestros pensamientos.

Miro la fotografía como un todo, el conjunto de nuestras humanas horizontalidades con la verticalidad de lo que está más allá de nosotros. La fotografía, con veracidad hiriente, me dice a los ojos: has estado en París. Y, en cierto modo, la mujer que me mira fijamente no soy yo.

No, yo nunca he estado en París, yo nunca he visto un ocaso en días de lluvia, yo no te hice ninguna promesa, yo también me rompo en pedazos. No, yo no sé lo que significa estar ahí porque yo no soy poeta. Esa imagen que se parece tanto a mí es la posibilidad que creí llegar a ser por un momento. La torre la has creado con la idea de que yo podría ser diferente si no estuviera maldita. Yo no sé de juramentos; es más, tampoco recuerdo tu nombre, ilusión, tampoco lo recuerdo.

Alejo rápidamente esa exposición de un instante figurado, hasta el fondo de los pensamientos, donde las ideas no duelen. Y sin embargo, aún persiste aquel eco que me dijo un día

« Le monde pourrait être tien… »

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